La falsa constituyente quedó anulada por la contundencia de la información de SmartMatic: Por lo menos un millón de votos fueron manipulados. Cualquier decisión que surja de ese mamotreto no tendrá ningún valor, ni jurídico ni político. En todo caso, la última palabra la tendríamos todos los venezolanos a través del referendo aprobatorio.
El asalto al Ministerio Público busca intimidar y dividir pero nuestras prioridades siguen siendo la calle y el voto. Movilizaciones para lograr la liberación de los presos políticos, la ayuda humanitaria de alimentos y medicinas, el respeto a la AN, los necesarios cambios en el CNE y TSJ y la realización de unas elecciones verdaderamente democráticas.
El cambio político urgente obliga a mantener la Unidad y sumar aliados, indispensables para avanzar frente a una cleptocracia que se oculta tras una falsa confrontación ideológica
Cualquier evento electoral dentro del cronograma previsto en la Constitución debe ser un espacio para enfrentar al autócrata fortaleciendo la Unidad y la alternativa por el cambio. Sacar a los gobernadores cómplices de Maduro en la violación de derechos humanos es fundamental.
No podemos ausentarnos de ningún espacio que sirva para evidenciar el carácter totalitario del régimen. Lograr una votación como la obtenida en las pasadas elecciones parlamentarias donde ganamos en todos los barrios de Caracas y en Aragua obtuvimos 8 de los 9 diputados, sería una vez más la demostración de que el 80% del país aspira a un cambio urgente.
Imaginemos que la dictadura cubana abriera una rendija electoral con cierta pluralidad. Seguro estoy que los cubanos opositores exigirían condiciones democráticas pero participarían y no llamarían a la abstención. Una discusión similar se produjo en Chile cuando el dictador Pinochet convocó a plebiscito. Algunos dijeron que no se podía convalidar a la dictadura. La concertación chilena participó, ganó, y ese fue el inicio del cambio.
No estamos planteando abandonar la calle. Allí debemos continuar protestando y denunciando la violación de los derechos humanos, pero al mismo tiempo, tenemos que convertir las elecciones regionales en una poderosa rebelión electoral. No se trata de una “fiesta” democrática. El compromiso es con el cambio hasta lograr un gobierno de unidad nacional. Para ello es indispensable seguir actuando apoyados en la tríada unidad, calle y voto.
Como homenaje a los caídos, la lucha debe continuar en todos los frentes.