
La verdad nació en Barquisimeto, pero amaba Aragua y en especial Turmero. Estudió en Toledo, Ohio, EE.UU., y obtuvo una especialidad en Procesos de Planificación Formal en los Negocios en el Stanford Research Institute, California. Siempre estuvo ligado al núcleo ejecutivo duro de una empresa del sector azucarero.
No era un rabo de cabuya…
Fue el amigo de todos y líder indiscutible en el mundo del boxeo internacional; llegó allí desde abajo, hasta boxeador fue: algunos guantazos dio. Donde más brilló fue en la Asociación Mundial de Boxeo, desde vocal hasta presidente casi vitalicio, electo por consenso.
Su mayor orgullo fue la Campaña Mundial contra las Drogas, con la que impulsó el boxeo venezolano y apoyó a la juventud; “llegamos a reunir varios campeones mundiales”, solía decir con orgullo. Su apoyo fue también muy valioso a favor de nuestro deporte, también estuvo en el consejo legislativo del Estado Aragua como representante de la fuerza de Aragua.
Este cronista no era de su núcleo duro, pero sí amigo. Llegamos a tener una Peña de Tertulianos donde debatíamos lo humano y lo divino. Nos albergó esa parada obligatoria donde venden los mejores sánguches de pernil del país: La Encrucijada.
—¿No has visto a Mosqueda? —le preguntaba al portugués—. Dile que no duerma tanto.
Se llevaba toda la prensa nacional y regional. “No le llevo nada”, decía, y soltaba una sonrisa.
Varias veces me invitó a los eventos internacionales; le acepté uno para Bangkok y le estaré eternamente agradecido. En la instalación del evento se hizo esperar: aquella noche entró en hombros, escoltado por varios campeones mundiales. Llevaba un disfraz con un afro. Era un jodedor a tiempo completo, disfrutó la vida. Aproveché y le dije: “echaré el cuento en Maracay”.
En una de sus últimas entrevistas le declaró a su amigo, el periodista Jesús Cova, que le quedaban varias peleas por delante, incluido su periodo como presidente de la AMB.
Un día como hoy, Gilberto Mendoza perdió su último combate. Para sus amigos, entre los que me cuento, es un personaje eterno.
Nos vemos por ahí.