A propósito del aniversario del fallecimiento de nuestro querido amigo Teodoro Petkoff, comparto estas dos sentidas reflexiones que expresan, con palabras precisas y entrañables, la grandeza de su pensamiento y de su ejemplo.
Teodoro
Hace siete años se marchó un venezolano justo, íntegro, talentoso y revolucionario en el mejor sentido de la palabra, lo que llevó a preguntarnos si Teodoro Petkoff nació en una época equivocada. Pero, no. Para fortuna nuestra, Teodoro vivió los días que le fueron asignados.
Político, incansable luchador contra las dictaduras y contra todo tipo de totalitarismos, Petkoff encarnó al mismo tiempo su condición de luchador contra la dictadura perezjimenista, dirigente político, escritor, intelectual, economista, profesor universitario, periodista y cuestionador riguroso de lo peor del capitalismo pero también del mundo comunista.
Cuando advirtió lo que se venía para Venezuela, fundó TalCual con la misión de no darle tregua al huevo de la serpiente que encarnaba Hugo Chávez.
Fue Teodoro un genuino defensor de las libertades y de la democracia. Vivió el tiempo que le fue dado y en el cual tuvimos la fortuna de conocerlo y aprender de sus aciertos como de sus errores.
Teodoro Petkoff, un gran amigo, un profeta en su tierra.
Sin mausoleos ni estatuas.
✍️ Omar Pineda
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Creo que lo mejor de Teodoro fue su capacidad de aprender, de mutar, de evolucionar. Su permanente cuestionarse y cuestionar las ideas que abrazaba para evitar que se le hicieran dogmas y cárceles a la libertad de pensamiento.
Amó la libertad de tal manera que no sólo se escapaba de cualquier cárcel en que lo metieron, sino que también huyó de la cárcel del pensamiento dogmático, totalitario, estalinista y de fanatismos anquilosantes.
Su aporte intelectual a la reflexión crítica sobre el comunismo —el cual abandonó y cuestionó— y sobre el socialismo borbónico, cobró dimensiones globales y afortunadamente ayudó a cambiar la manera de abordar la lucha política de millones de venezolanos que abrazaron la democracia y la defensa de los derechos humanos y de las libertades fundamentales, como principios indeclinables, en lugar de defender sectores, trincheras ideológicas, idolatrías o seguir caudillos.
En aquel mundo de trampas encasillantes que todo lo etiquetaba en izquierda o derecha, él mandó al zipote la solidaridad automática, la alineación forzosa y la sumisión a cualquier bando de obediencia ciega.
Ser libre parece haber sido su anhelo, y ayudarnos a pensar crítica y libremente, su intención.
Y lo intentó todo para lograrlo.
Gracias, Teodoro.
✍️ Sergio Antillano A.